Estoy nuevamente disfrutando de un café, de esos solitarios, llenos de vida, reflexión, sueños y nostalgia. Al fondo la música, alrededor la gente, refugiándose en un lugar como este, tranquilo, agradable, en medio de una ciudad que devora los sueños y las ilusiones de muchos y que roba la paz y la inocencia de otros. Yo estoy en silencio, tratando de que mis dedos alcancen el ritmo de mis pensamientos y escriban. Estoy con varios libros recién salidos de la mochila, tratando de acomodar un poco de lo que conozco de la historia del Compa y leyendo sobre sociología de la religión, así como de lo que Dios ha hecho en otros movimientos de estudiantes que le aman, alrededor del mundo.
Mi corazón está tranquilo, por la tarde leía a Nouwen, y pensaba en la soledad, él dice que es mucho más que la idea que el mundo nos vende, y que nos el derecho a la privacidad o la alienación, se trata del verdadero encuentro con Dios, ese que transforma el ser y nos hace despojarnos de lo que somos y de aquello a lo que queremos aferrarnos, pensando que nos define. Recordaba con agradecimiento estos tiempos de mi vida, y especialmente durante las últimas semanas cuando sin más que ofrecer me acercaba a Dios diciéndole que sinceramente prefería su voluntad a la mía y mi llanto expresaba eso, la necesidad de una conversión y transformación continua. Doy gracias a Dios porque Él nos lleva a esos momentos de encrucijada y aparente “encajonamiento”, donde ya no hay más a que aferrarse que resulte suficiente, y menos cuando la vida propia, ya no lo es, porque le pertenece a Él.
Durante estas últimas semanas también leía a Sábato, Galeano y otros más profetas de nuestro tiempo (como nos decía Jorge Atiencia). Leyendo a Sábato descubro con tristeza y mucha inquietud las dudas, preguntas, pesares y desconsuelos de mi generación y del mundo que se nos ha heredado. Muchas veces he preguntado lo mismo que él, y realmente creo que todos aquellos que conocemos a Jesucristo y vivimos en este mundo nos tuvimos o tenemos que preguntar todo ello. ¿A que me refiero? A una queja de las más profundas, a un clamor de los más honestos y una pregunta de las más agudas sobre el sentido de la vida ante el resquebrajamiento de todo lo que nos ha “sostenido” como sociedad. Sábato lo pone en intensas y desesperadas palabras, aún cuando nos advierte del poco valor que ahora tienen en un mundo que las ha devaluado, negando al mismo hombre (como creación e imagen del Creador) por una apuesta al progreso, el avance tecnológico y a la razón, los cuales sólo lo han desilusionado.
Me detengo a pensar todas estas cosas, porque creo que vale la pena pensarlas, porque en verdad creo que la vida no se nos debe ir en hacer solamente, porque en medio de las muchas luchas y buenas noticias de la vida propia, la familia y el ministerio estudiantil que siempre alegran mi día, vale la pena pensar los pensamientos, las preguntas, el dolor y la alegría.
Tal vez todo este proceso, que hoy culmina en estar frente a mi computadora, sea que pensé en la deuda que tengo de escribir sobre mi verano, bueno, sobre el verano que Dios quiso construir y me dio el privilegio de colaborar. Les cuento brevemente (aunque ya conocen “mis brevedades”):
Empezó en Cuernavaca, con Shey, para unos días de descanso, dormí mucho, leí mucho, platicamos y comimos, fue un buen tiempo, aún cuando hubo variedad de “sorpresas”, pero siempre esos tiempos son especiales, de acompañamiento, de vaciamiento y de mucho descanso al salir de casa e introducirte a un ritmo distinto, el de verano. Viajamos a Querétaro, muchos rostros conocidos que me recuerdan a casa y muchos rostros nuevos que pasarían a ser una razón de profundo agradecimiento a Dios, al ver sonrisas y compartir muchas historias, esas que son el micro-relato de lo que el Señor está haciendo en la Historia.
El ENFOL fue especial, y entre la cantidad de cosas que quiero decir, pienso que lo fundamental es que fue un encuentro con Dios y con hermanos. Él rompió silencios, moldeó sueños, provocó encuentros, llamó y entre las muchas cosas, mostró su interés por nosotros y el mundo. Me traje el desafío de leer a los profetas de mi generación, a esos pocos que levantan su voz con valentía, fui retada a descansar en la permanencia con Dios y en conocerlo mejor en lo cercano e intimo, y también recordada del llamado de Dios a mi vida, que ahora es suya, y que forjado poniendo ya Sus sueños en ella. Fui fortalecida de manera especial y de allí, después de 11 días, salimos a tener la junta del Consejo Nacional Estudiantil, en San Luís Potosí y participar en algunas actividades con el grupo local. La verdad, lo más memorable y trascendente es que pasamos un tiempo rico e imprescindible junto a la Palabra cada mañana. El estudio de ella fue maravilloso, nos encontramos nuevamente con Jesús, con nosotros mismos y con los que nos rodeaban, fueron las Escrituras las que definieron nuestra agenda y nuestros tiempos de convivencia, fue extraordinario. Después algunos viajamos a Zacatecas, fuimos a hacer obra pionera, y en lo dispuesto por Dios, nos encontramos con aquellos que ya tenían su corazón listo para hablar a sus compañeros sobre Jesús, y de hermanos emocionados al escuchar los milagros de vida que Dios hace hoy en las escuelas. Nuestros noches en casas “desconocidas” fueron tiempos de oración, lágrimas y aliento de Dios para los momentos que habríamos de enfrentar, y que estoy segura, el sólo recuerdo nos dibuja sonrisas en el rostro a quienes estuvimos juntos.
La última parada fue Monterrey, allí descansé y gracias a Dios hubo el necesitado espacio de pensar el regreso. Y también de hablar de las maravillas de Dios durante el verano, con gente que ama, sostiene y trabaja en el ministerio estudiantil, el ser invitada a sus hogares y compartir las comidas fueron verdaderos espacios de comunidad… Así más o menos fueron estas semanas de julio y agosto, nuevamente un tiempo de muchas bendiciones que con gusto les comparto y agradezco su lectura, porque han sido parte de alguna manera u otra de todo esto.
En el amor del Padre,
Alejandra Ortiz
Mi corazón está tranquilo, por la tarde leía a Nouwen, y pensaba en la soledad, él dice que es mucho más que la idea que el mundo nos vende, y que nos el derecho a la privacidad o la alienación, se trata del verdadero encuentro con Dios, ese que transforma el ser y nos hace despojarnos de lo que somos y de aquello a lo que queremos aferrarnos, pensando que nos define. Recordaba con agradecimiento estos tiempos de mi vida, y especialmente durante las últimas semanas cuando sin más que ofrecer me acercaba a Dios diciéndole que sinceramente prefería su voluntad a la mía y mi llanto expresaba eso, la necesidad de una conversión y transformación continua. Doy gracias a Dios porque Él nos lleva a esos momentos de encrucijada y aparente “encajonamiento”, donde ya no hay más a que aferrarse que resulte suficiente, y menos cuando la vida propia, ya no lo es, porque le pertenece a Él.
Durante estas últimas semanas también leía a Sábato, Galeano y otros más profetas de nuestro tiempo (como nos decía Jorge Atiencia). Leyendo a Sábato descubro con tristeza y mucha inquietud las dudas, preguntas, pesares y desconsuelos de mi generación y del mundo que se nos ha heredado. Muchas veces he preguntado lo mismo que él, y realmente creo que todos aquellos que conocemos a Jesucristo y vivimos en este mundo nos tuvimos o tenemos que preguntar todo ello. ¿A que me refiero? A una queja de las más profundas, a un clamor de los más honestos y una pregunta de las más agudas sobre el sentido de la vida ante el resquebrajamiento de todo lo que nos ha “sostenido” como sociedad. Sábato lo pone en intensas y desesperadas palabras, aún cuando nos advierte del poco valor que ahora tienen en un mundo que las ha devaluado, negando al mismo hombre (como creación e imagen del Creador) por una apuesta al progreso, el avance tecnológico y a la razón, los cuales sólo lo han desilusionado.
Me detengo a pensar todas estas cosas, porque creo que vale la pena pensarlas, porque en verdad creo que la vida no se nos debe ir en hacer solamente, porque en medio de las muchas luchas y buenas noticias de la vida propia, la familia y el ministerio estudiantil que siempre alegran mi día, vale la pena pensar los pensamientos, las preguntas, el dolor y la alegría.
Tal vez todo este proceso, que hoy culmina en estar frente a mi computadora, sea que pensé en la deuda que tengo de escribir sobre mi verano, bueno, sobre el verano que Dios quiso construir y me dio el privilegio de colaborar. Les cuento brevemente (aunque ya conocen “mis brevedades”):
Empezó en Cuernavaca, con Shey, para unos días de descanso, dormí mucho, leí mucho, platicamos y comimos, fue un buen tiempo, aún cuando hubo variedad de “sorpresas”, pero siempre esos tiempos son especiales, de acompañamiento, de vaciamiento y de mucho descanso al salir de casa e introducirte a un ritmo distinto, el de verano. Viajamos a Querétaro, muchos rostros conocidos que me recuerdan a casa y muchos rostros nuevos que pasarían a ser una razón de profundo agradecimiento a Dios, al ver sonrisas y compartir muchas historias, esas que son el micro-relato de lo que el Señor está haciendo en la Historia.
El ENFOL fue especial, y entre la cantidad de cosas que quiero decir, pienso que lo fundamental es que fue un encuentro con Dios y con hermanos. Él rompió silencios, moldeó sueños, provocó encuentros, llamó y entre las muchas cosas, mostró su interés por nosotros y el mundo. Me traje el desafío de leer a los profetas de mi generación, a esos pocos que levantan su voz con valentía, fui retada a descansar en la permanencia con Dios y en conocerlo mejor en lo cercano e intimo, y también recordada del llamado de Dios a mi vida, que ahora es suya, y que forjado poniendo ya Sus sueños en ella. Fui fortalecida de manera especial y de allí, después de 11 días, salimos a tener la junta del Consejo Nacional Estudiantil, en San Luís Potosí y participar en algunas actividades con el grupo local. La verdad, lo más memorable y trascendente es que pasamos un tiempo rico e imprescindible junto a la Palabra cada mañana. El estudio de ella fue maravilloso, nos encontramos nuevamente con Jesús, con nosotros mismos y con los que nos rodeaban, fueron las Escrituras las que definieron nuestra agenda y nuestros tiempos de convivencia, fue extraordinario. Después algunos viajamos a Zacatecas, fuimos a hacer obra pionera, y en lo dispuesto por Dios, nos encontramos con aquellos que ya tenían su corazón listo para hablar a sus compañeros sobre Jesús, y de hermanos emocionados al escuchar los milagros de vida que Dios hace hoy en las escuelas. Nuestros noches en casas “desconocidas” fueron tiempos de oración, lágrimas y aliento de Dios para los momentos que habríamos de enfrentar, y que estoy segura, el sólo recuerdo nos dibuja sonrisas en el rostro a quienes estuvimos juntos.
La última parada fue Monterrey, allí descansé y gracias a Dios hubo el necesitado espacio de pensar el regreso. Y también de hablar de las maravillas de Dios durante el verano, con gente que ama, sostiene y trabaja en el ministerio estudiantil, el ser invitada a sus hogares y compartir las comidas fueron verdaderos espacios de comunidad… Así más o menos fueron estas semanas de julio y agosto, nuevamente un tiempo de muchas bendiciones que con gusto les comparto y agradezco su lectura, porque han sido parte de alguna manera u otra de todo esto.
En el amor del Padre,
Alejandra Ortiz
3 comentarios:
Leído. Gracias por el recorrido...
alejandra, gracias por compartir tus pensamientos. son de mucho aliento.
quizas no me recuerdes porque habia tanta gente alli en ENFOL, pero te comparto que este evento ha impulsado todo un nuevo proceso de reconciliacion y intimidad con Cristo en mi vida.
entonces, me da mucho gusto poder leer y compartir un poco con ustedes de lo mucho que el Creador esta haciendo en nosotros y el mundo entero.
con mucho amor en El,
pamela
gracias por aquellos que se muestran transparentes en sus palabras como tú, nos dejas ver lo que hay en tu corazón y tener la panorámica del recorrido, que por gracia aún no concluye pues apenas inicia!
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