domingo, 22 de febrero de 2009

El campamento que ya pasó.

El campa regional del 2009 fue una de mis oraciones contestadas de parte de Dios, de las cuales estoy segura surgieron de su propio corazón. Lo pensamos y planeamos para que nuestros compañeros de la escuela tuvieran un espacio para conocer mejor a Dios, para enfrentarse a su propia realidad, para reflexionar, conflictuarnos ante la vida y la muerte y para presentar a Jesús. Con el Predicador que nos presenta Eclesiastés, estuvimos explorando lo absurdo, elusivo y el soplo que es esta vida. Pero también se presentó la esperanza, la redención y una realidad trascendente en Jesús.

Estuvieron varios compañeros de Humanidades, gente que quiero mucho y con quienes he compartido una parte importante de mi vida y formación. Para ellos el campamento también fue bueno, especial, diferente y puso ante sus ojos una nueva realidad y alternativas. Nadie lo hubiera podido planear mejor: los formatos fueron diferentes, jugamos mucho, platicamos, estudiamos la Biblia, compartimos preguntas, dudas, así como tomamos decisiones, descansando siempre en que el propósito principal era abrir el lugar para tener encuentros con el Eterno. Por todo esto estoy agradecida, pero tal vez de las cosas que más recordaré son compartir con uno de mis mejores amigos un taller sobre lo que significa ser cristiano en la actualidad a partir de lo que la Biblia nos enseña, el haber tenido a mis amigos allí y ver cómo algunas de sus ideas sobre el cristianismo y Jesús cambiaron y el constatar que el propósito de Dios y su gracia van mucho más allá de lo que nosotros podamos comprender.

Gracias por amarme Dios, por amar a mis amigos de la Escuela y el privilegio de caminar junto a ellos para conocerte mejor.

sábado, 14 de febrero de 2009

Un pensamiento fugáz

Una breve reflexión que puede dar para más:

Tanto el ministerio como la vida, se han hecho para vivirse desde la fragilidad, solo así somos capaces de reconocernos como verdaderos discípulos que crecen en la Gracia y la reconocen.

Javier L.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Al Dios desconocido. Federico Nietzsche


Una vez más, anclado en el presente
Y lanzando mis miradas al futuro,
Vuelvo, en soledad, a elevar mis manos
Hacia Ti, a quien me acojo,
A quien solemnemente he dedicado
Altares en el corazón, en lo más hondo
De él, para que en todo tiempo
Tu voz vuelva a llamarme.

Sobre ellos arde,
Profundamente inscrita, esta palabra
AL DIOS DESCONOCIDO.

Soy tuyo, aunque el mal, hasta este momento
Haya venido atenazando mi espíritu;
Soy tuyo... y los lazos percibo
Que en lucha tiran de mí hacia arriba,
Y, aunque quisiera huir,
Me fuerzan a servirte.

¡Quiero conocerte, desconocido!
Que tocas en lo profundo de mi alma,
Que cual tormenta recorres mi vida.
Inconcebible, Tu afín a mí;
Quiero conocerte y...
Siempre servirte.