Regresé y nada es lo mismo, yo tampoco. Cambié yo, cambió lo que pensaba, cambiaste tú, cambió la ciudad, el cambio cambia más rápido y no nos deja adaptarnos. Las cosas no son lo que eran, ¿no hay presente? ¿Dónde estamos? ¿Quién está con nosotros? Tú, ustedes, nadie, Él.
Hay caos en el cambio, hay caos en lo inesperado. Pero curiosamente cuando dejo mis planes para ser guiado encuentro seguridad, me siento parte de una comunidad y sobre todo, amado. ¿Qué otra cosa puede valer más la pena para hacerlo que seguirte en mi debilidad? Para mí, ya nada. Soy eterno enamorado tuyo, débil, cansado, un poco desesperado, propenso al desanimo. No obstante fiel y enterado de tu amor.
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1 comentario:
Hola Abdiel,
Justo estaba pensado sobre el cambio el día de ayer. Nos resistimos tanto a él en ocasiones, pero igual es parte de lo que nos constituye. Creo que hay cambios que podemos prolongar, pero muchos de ellos son necesarios.
Lo que Dios hace en nosotros es una transformación o cambio radical de lo que somos, pues nos hace nuevos y saca lo mejor de nosotros.
En fin, me alegra leerte.
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