Muchos aspiran a explicar las razones, a determinar las causas e identificar los factores. Otros sólo quieren una moneda, una tortilla, un abrazo o una palabra. Las incoherencias del mundo son abismales, desgarradoras y casi siempre crueles. El mundo es el sistema que hemos construido con nuestras capacidades, habilidades, motivaciones y egoísmo. Este mundo que dista mucho de ser “la buena creación” que dibuja una sonrisa en el rostro del artista complacido con su obra.
Con este mundo trabajan los que proponen las teorías, a este mundo buscan darle sentido, adornar sus desarreglos o denunciar su caos. Mientras unos piensan, analizan, sueñan y discuten, otros mueren, huyen, matan o sólo sobreviven. Pero eso no es lo peor, lo imperdonable es ignorarlo. Lo triste es no querer comprenderlo, lo peor es no dar la mano al que la ocupa, voltear la espalda al que no entiende, enaltecerte ante el que ignora o reír cuando otros lloran.
Al mundo habrá de amarlo y en amarlo está creer. En el mundo está el humano: el hombre, la mujer, el niño, el anciano, el indígena, el africano, el millonario, la poeta y el desvalido. Creer que somos iguales en nuestras diferencias, creer que todos tenemos el mismo origen, sentido, capacidades y luchar por el acceso a la oportunidad, el disfrute y la comunidad. Por eso habrá que creer cuando las teorías no explican (y aún cuando lo hacen) o cuando los satélites no alcanzan (cómo dice el canto).
El que cree, espera lo mejor. Espero cielos nuevos y tierra nueva. No aspiro por un boleto al cielo desmaterializado, lucho por la nueva humanidad, el nuevo orden, la nueva comunidad. Y no porque el “progreso” nos dirija hacia allá, sino por lo ya inaugurado, por la esperanza hoy presente.
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3 comentarios:
En la fatalidad radica la misma redención. El mundo también ríe, también se le ha dado una cuota de misericordia y amor. Se ama la parcela, la vecindad, el consuelo en el velorio, el abrazo callejero, el beso de los amados, al hijo que se levanta de mañana, se ama el libro terminado. Tus aspiraciones y tus luchas serán premiadas, porque arrebatas, la mayoría solo extiende la mano sin volverla a extender para regresar. Hay que ser así, nadie podrá explicarlo en ninguna teoría, pero la vida se desgarra en lo justo.
Un abrazo, amada Ale.
GRACIAS POR TUS PALABRAS...ALE. Y GRACIAS A DIOS POR DARSE EN OBEDIENCIA AL PADRE. QUE PASE ESO CON NOSOTROS AMIGA. SU ESPIRITU ES CONTIGO...
ADELANTE QUE UNA NUBE DE TESTIGOS NOS OBSERVA JEJE
TE QUIERO HERMANA
Cuando te leo, precisamente como hoy, no puedo no imaginarte de pie en medio de nuestro mundo y nuestras sociedades, con todo y sus complicaciones y decadencias, cansada y tratando de entenderla a la luz de lo que creemos, de lo que es o deberìa ser.
Me encanta, porque siempre está tu reflexión y tus esperanzas entretejidas en tus denuncias y sueños.
Quien puede entender el amor y la misericordia en el corazón de algunos hombres dentro del marco de esta sociedad de primera dècada del siglo XI.
Gracias por tus palabras, que en buena medida, abusando de las bondades del blog, asumo unas frases también como mías, o mejor dicho, en un lenguaje teórico de estos últimos días y lecturas, me apropio.
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