lunes, 17 de noviembre de 2008

Plegarias I

Y mientras en mi corazón había un coraje contra las instituciones eclesíasticas, la burocracia, las formalidades, yo permanecía de pie entre las bancas en la primera alabanza del servicio, un domingo por la mañana en la crongregación. Estaba a punto de dejar una responsabilidad por haber perdido el rumbo, creía que mi esfuerzo era diminuto y no podría contruibuir a detener el peligro que yo, como centinela que me creía podía alcanzar a ver.
Entonces inicio la primera alabanza, las bienvenidas y oraciones me sabían a protocolo de Estado, tan vacías y sin llenad de vida... pensaba en mi interior, para mi y para mi Dios, ¿es correcto preguntar y cuestionar? ¿Estoy haciendo mal al preguntar?
Comencé a palmear para acompañar la alabanza, sentía que no alabana a Dios con ello, me sentía mal rodeado de hermanos en la congregación.
Entonces en mi crisis pregunté y traté de ver entre la gente un rostro, una pista que me dijera que todo aquello no era un teatro y yo un actor más en la escena hueca, y pude ver, y al hacerlo lloré, porque frente a mí, del otro lado, estaba ella, una niña que no recuerdo su nombre, con una discapacidad, pero que en su rostro reflejaba alegría, gozo, mientras no dejaba de palmear desentonadamente y haciendo mímicas en su lugar, cerrando sus ojos y levantando sus manos, yo pude ver en ella la presencia del Eterno. No pude resistir a la tentación y la comparé con otros más, con los líderes de gafete de la primera fila, con los despistados de las orillas y en nadie pude ver lo mismo que en ella. Adoración. Entonces sentí una opresión en mi pecho y comencé a llorar, no pude continuar palmeando, me senté y lloré durante todo el tiempo de la alabanza.... lloré y lloré y dije tanto y me vacié ante el Señor, y le conté mis dudas, le hice mis preguntas, me deje abrazar por él, mientras los hermanos palmeaban y la niña adoraba. Entonces saqué una hoja de mi Biblia y escribí...







Señor, no nos dejes vivir dos realidades sin que éstas se crucen y sean incompatibles.

Señor, no me permites y no nos permitas disfrutar de una realidad de prosperidad optimizada por autosugestiones pseudocristianizadas, ni enamorarnos de un discurso cristiano triunfalista.

Señor, no me hagas olvidar la realidad del dolor, donde viven los seres humanos, sintíendose solos, frustrados o miserables.

Señor, en´señame a vivir en tu verdad, a caminar al lado del resto de la humanidad con dolor pero levando tu amor y esperanza.

Señor, perdónanos, porque hemos construido otro mundo, nuestro mundo -donde tú no habitas-, ante la incapacidad e ignorancia de cómo transformar el verdadero.

Señor, somos culpables, culpables por escapar de la realidad, por ir contra tu oración, esa en la que pediste que no fueramos sacados del mundo.

Señor, perdónanos por escapar de la realidad, por contribuir a la deconstrucción del mundo con nuestra negligencia.

Señor, nos han quedado grande los títulos, todos los títulos, nos ha quedado grande el título de "pueblo de Dios, "testigos", "sal de la tierra y luz en la oscuridad", "siervos", "hijos de Dios" y "cuerpo de Cristo", porque los hemos pisoteado y no hemos construibuido a honrarlos.

Señor, salvo honrosas y humildes ecepciones, tu pueblo, nosotros, nos hemos acostumbrado al mundo, nos alegramos sinceramente cuando el mundo sufre de dolor y muere en la desesperación por buscar respuestas y algo que le de sentido a su existencia...

Ayúdanos tú Señor, no nos dejes a nuestra comoidad, no nos sueltes...


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