p R o F e T a S
Sí amigos, somos portavoces del Dios ya revelado a la humanidad en Jesús. Seguimos resonando como la voz que clama en el desierto: "Preparen el camino del Señor, hagan sendas derechas." Seguimos siendo ignorados por muchos, y nuestra vida también ha sido marcado por ese llamado, a veces doloroso como Jeremías lo expresó. El pueblo de Dios no quiere escuchar cuando se le anuncia juicio, y cuando somos nosotros los voceros del mensaje, sufrimos juntos con Dios por el pueblo y junto con el pueblo ante el dolor de su indiferencia y necedad.
Yo creo que no quisiera tener otro oficio u otra vocación, porque siendo profetas, somos hijos. Conocemos la vida, y anunciamos que el mundo se conduce a la muerte. Amamos al Señor y nos enseña a servir al mundo, al cual persigue con amor, a través de palabras y entregando a su Hijo. No preferiría servir a ninguno otro dios, sólo él nos pide nuestro amor, lo que somos y lo poco que podemos ofrecer, y lo convierte en un factor de cambio en la historia, le da sentido a la vida y llena el vacío. Tiene sus costos, el Dios que todo entrega, lo pide todo, y cuando pensamos en huír o en ya no seguir, su presencia, su palabra y su autoridad prevalecen en la memoria y en la realidad... y al final, la esperanza que anunciamos es la que también creemos, la que disfrutaremos y a la que nos aferramos porque el Dios que ha hablado es el único digno de ser creído.
Yo creo que no quisiera tener otro oficio u otra vocación, porque siendo profetas, somos hijos. Conocemos la vida, y anunciamos que el mundo se conduce a la muerte. Amamos al Señor y nos enseña a servir al mundo, al cual persigue con amor, a través de palabras y entregando a su Hijo. No preferiría servir a ninguno otro dios, sólo él nos pide nuestro amor, lo que somos y lo poco que podemos ofrecer, y lo convierte en un factor de cambio en la historia, le da sentido a la vida y llena el vacío. Tiene sus costos, el Dios que todo entrega, lo pide todo, y cuando pensamos en huír o en ya no seguir, su presencia, su palabra y su autoridad prevalecen en la memoria y en la realidad... y al final, la esperanza que anunciamos es la que también creemos, la que disfrutaremos y a la que nos aferramos porque el Dios que ha hablado es el único digno de ser creído.
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