martes, 1 de julio de 2008

Salmo 131… un reto al corazón del hombre, una oración anhelada

Salmo 131 (Latinoamericana)

“Señor, mi corazón no es engreído, ni mis ojos altaneros: no he tomado un camino de grandezas no de prodigios que me superaran.
Al contrario, tranquila y en silencio he mantenido mi alma, como un niño saciado que se aprieta a su madre; mi alma en mi nada reclama.
¡Que Israel cuente con el Señor, desde ahora y para siempre!”

¿Cómo está hoy mi vida? ¿Qué cosas me preocupan? ¿Qué cosas están en mi mente?

Ayer que terminaba de preparar la exposición, caía en cuenta de lo lejos que tantas veces estoy de poder orar de la forma en que David lo hacia en este salmo y es mi oración que podamos escuchar desde el corazón de David, quien muy probablemente lo escribió, su anhelo por Dios y que la profundidad de su relación con el Padre nos anime a conocerle más en intimidad.
Los salmos son poesía, son las expresiones del hombre ya sea de forma individual o colectiva dirigidos a Dios, y de hecho el tema central es Él. Hay una variedad de temáticas: arrepentimiento, venganza, dolor, amor, dependencia, tristeza, gozo…

Salmos de ascenso o peregrinaje
No se sabe específicamente cuando fueron escritos o bajo que circunstancia, pero se reconocen como los salmos del peregrino, y muy probablemente están en el contexto del viaje al templo en Jerusalén para celebrar las fiestas. Lo que sí podemos saber es que eran para un viaje, nos hablan de lo que un viajero o un grupo de viajeros experimentan durante algo así.
La incertidumbre, el asombro, a veces el miedo…eso había en los viajes antiguos y en los de hoy también. Pero pensemos, ¿no será que nuestra vida puede ser también un eco de este tipo de viajes, una especie de ilustración?
Los salmos de ascenso están divididos en grupos de 3, que hablan de experiencias diferentes: hostilidad, falta de recursos, amenazas, etc…y el salmo en el que habremos de meditar está junto con otros 2, los cuales hablan principalmente de las amenazas internas: del alma, del corazón y de aquello que pone en dificultades al viajero, pero que no significa que otros le estén provocando, sino él mismo.
Ahora creo que sé porque este salmo ha estado tan cerca de mi corazón los últimos años: habla de la búsqueda constante del hombre por Dios y del hombre por entenderse a sí mismo en él, y de sus anhelos, dificultades y sentimientos más profundos, expresados y con la certeza de ser escuchados por un Dios de amor y un Dios eterno que ha hablado a su creación.

El salmo comienza así: “Señor, mi corazón no es engreído ni mis ojos altaneros” (no es orgulloso, ni me creo más de lo que soy… HUMILDAD como fruto de conocer a Dios, de saber que lo que somos y tenemos viene por gracia no da lugar al orgullo). Cuando el corazón es orgulloso, no agrada a Dios, no reconoce a Dios, y hay diferentes formas de manifestar orgullo: pensando que lo merecemos todo, pensando que somos mejores que otros porque oramos más, servimos más, sabemos más, nos damos cuenta de más cosas. Pero la verdader ahumildad viene de saber quienes somos en Dios y de conocer a Jesús, de verle y darnos cuenta que él se humilló y que no podemos pensar que somos más que el mismo maestro. Decía en una ocasión un hermano: de rodillas ante el Cordero es la mejor forma de voltear a ver a mis hermanos, ahí no hay lugar para los ojos altivos o altaneros. Ahí todos estamos reconociendo nuestra necesidad de Dios. Pero, ¿saben?, nuestra tendencia humana no es ser humildes, sin embargo Dios honra a quien lo es….la vida de Ezequias, nuestras vidas…

v.1b “No he tomado un camino de grandezas ni de prodigios que me superaran”
Hijoles, aquí si que yo me declaro culpable, jej… ¿Cuál es nuestra tendencia? Que otros nos vean, que otros sepan que somos buenos, de ser alguien en la vida, de ser reconocidos… pero aquí hay algo que llama mucho mi atención… no creo que sea malo soñar por ver grandes cosas hechas para la gloria de Dios, al contrario, pero muchas veces queremos que pasen cosas grandes, queremos ser los grandes siervos (qué irónico, ¿no?) pero nos olvidamos de la CRUZ. Tal vez ustedes aquí me digan que Jesús todavía no aparece, pero Dios es el mismo, y Jesús nos dice cómo es el carácter de Dios, y para Jesús no había Corona sin Cruz y nosotros somos invitados a tomarla también. A identificarnos con él, a sufrir con él, a pagar el precio, no a buscar nuestra grandeza y nuestra gloria. Sin embargo, si leemos el evangelio de Juan, que habla mucho de la gloria de Dios, Jesús le daba gloria al Padre al hacer lo que había visto de él, al humillarse, al sanar, al darse a conocer, al amar, al hacer la misión a la cual había venido a la tierra, y Jesús oraba que Dios le glorificara para que él pudiera glorificar al Padre. Que esa nuestra oración. Que nuestra oración pueda ser como la de David. Que nuestro corazón esté en el lugar correcto, Dios honra a quien le honra.

v. 2 “al contrario, tranquila y en silencio he mantenido mi alma, como un niño saciado que se aprieta a su madre:”
Qué difícil en nuestro mundo actual que nuestra alma esté en silencio, nuestro ser estén en paz y que haya total tranquilidad en nosotros. Realmente vivimos muy rápido, nuestra mente corre aun cuando nos detenemos, el que no se mueve no llega, quien no habla no se escucha, hay que hacer, hacer, hacer...eso grita el mundo, y Dios lo conoce y muy seguramente David conocía las muchas demandas y cosas que mantienen ocupada la vida, la mente y el corazón.

Mi mente corre despiadadamente, creo que tengo que realmente buscar un tiempo especial durante la semana para tener un tiempo y buscar descansar en el señor, pero mi mente y corazón tardan en aquietarse. Y sé que muchas veces es por que no descansamos, y no descansamos porque nos cuesta confiar y nos cuesta confiar porque no conocemos lo suficiente a Dios y no me refiero con nuestra mente, sino en la intimidad. Creo que ese es el llamado de Dios, y creo realmente que David puede llegar esta declaración no solo por lo que sabe o ha escuchado de Dios, sino porque esto es parte de una experiencia personal con él. No sabemos que cosas había pasado David en este salmo, pero definitivamente su conocimiento de Dios era de alguien que estaba cerca de él, y me encanta porque la oración de Jesús y el deseo de Dios es que le conozcamos a él, porque en él está la Vida, en el está la VIDA, esta TODO.
La ilustración es verdaderamente sorprendente: pienso en un niño saciado en el regazo de su madre, tal vez no hay imagen de alguien más satisfecho, confiado, contento, que sabe a quien le pertenece, que se sabe amado, protegido, que nada le falta, nada le importa y está seguro… que podamos nosotros experimentar lo mismo y orar de esta forma de manera continua.

Mi alma en mi nada reclama. Y preguntaba a Dios ¿cómo Señor? Si hay infinidad de cosas que reclaman mi atención, que ocupan mi mente. Pero me doy cuenta que cuando hay reclamos es porque hay deuda, enojo, tristeza, hay más voces, otros dueños de mi supuesta paz. Nuestro corazón se encuentra dividido… pero cuando no hay reclamos, es cuando hay paz. Es cuando el alma reconoce que todo lo que es, lo que tiene, lo que puede hacer, lo que ama y lo que espera descansan en un Dios Padre lleno de amor y digno de confianza. Se basta con conocerlo, con saberlo cerca, con escucharlo y dejar de escuchar las demás voces siempre demandantes del mundo y de nuestro interior, es escucharlo a él. Aquí creo que podemos agradecer la relación de David con Dios. ¿Saben? Creo que la mejor forma en que podemos servir a otros es con nuestra propia relación con Jesús….

Y el salmo termina así: Israel, pon tu confianza en el Señor desde ahora y para siempre, desde el día de hoy…y cambiemos Israel y pongamos nuestro nombre. El es digno de confianza y si ustedes no lo sabe o no lo ha comprobado todavía esa es la primera invitación que hago: conózcanlo, él nos dio a Jesús y en su vida, muerte y resurrección está presente el amor de Dios que se entrega a si mismo por la humanidad, que se hace al alcance de nosotros y nos permite relacionarnos nuevamente con Dios. Y para aquellos que ya le hemos aceptado, ¿lo que conozco de Dios me permite decir las cosas como David las decía? ¿Qué cosas están ocupando mi mente, mi corazón? No solo entreguémosle eso a Dios, no solo le traigamos la carga, la invitación es a aprender de Él, a conocerle.

Confiemos, esperemos, conozcámosle….
Gracias Señor.

2 comentarios:

Yuri Oropeza G dijo...

simplemente me encanto...
cuanta verdad hay en este escrito...
de verdad me gusto mucho y me hizo pensar...
Dtb

Javier dijo...

Fascinante. Quiero conocer más, siempre...