Cuando te pienso y pienso que estoy en tus pensamientos desde antes que Tú estuvieras en los míos me hace alegrarme y sentirme seguro, no hay planes exprofeso ni ruta de evacuación, camino en tu propósito aún cuando parezco que no dejo de fallar. Porque al verme errar y no avanzar al que pienso es tu ritmo, no dejo de pensar que así en mi condición no te sirvo, porque pensar en cómo es que Tú me piensas siempre es distinto a cómo lo pensaba. Siempre me sobrepasas. Nada hay nada distinto en ti, lo que cambia es la imagen tuya que se va formando en mí y me reconoce como tuyo, y si tuyo, no me deja alejarme de ti. Ahí en medio de ti, donde estoy seguro, en donde soy feliz porque mi vida fue comprada por ti, donde mi propia existencia tiene sentido, porque sin ti no hay razón ya para vivir. En ti hay paz, Tú eres quien me da el cálido abrazo para arrullarme y dormirme como niño en tu regazo, escuchando de tus labios la gotera eterna de palabras dulces que dice y repite sin cansancio: a pesar de todo Yo te amo. ¿A pesar de todo tú me amas?
¿Cómo no te voy a amar? Si yo soy por ti, para ti, nada en mi tiene valor fuera de ti, ¿Por qué pensarme en mis propios razonamientos sino sería sujeto de valor? Ahora entiendo que no soy lo que yo me pienso u otros dicen de mí, sino que soy lo que Tú dices que soy para tí. Aunque pienso que te puedo pensar como Tú me piensas en mí, me alegro de no ser capaz de hacerlo, porque aunque Tú estás en mis pensamientos, sé que yo estoy en los tuyos, desde antes que estuvieras en los míos. No cabe duda, pienso que Tú debes de pensar, que siempre pienso en ti, porque todo cuanto has pasado fue pensado por mi, y todo lo que piensas que harás porque Yo te envío es porque así lo tengo pensado para ti, y todo cuanto Yo he dado, y todo cuanto sacrificio hice fue pensando en ti. Piensate como debes de pensarte, como hijo amado por mi.
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